La imperfección es natural

Publicado en El Espectador el 3 de marzo de 2016. Para ver publicación on line haz clic aquí.

Entre gustos no hay disgustos a la hora de hacer ‘mercado de plaza’. Afortunadamente las alternativas se multiplican y la búsqueda de lo orgánico y natural se toma nuestras neveras, nuestros platos y lo más importante: nuestra conciencia.

Las grandes superficies exhiben con orgullo tomates rozagantes de dudoso tamaño y los almacenes especializados inundan sus estantes con yacón o babaco. Me atrevo a decir que se pudren ante la baja demanda porque nadie los conoce. Seamos honestos.

El caso de las tiendas de barrio y de los express da ganas de llorar. Lechugas achiladas, habichuelas sin alma y limones moribundos. Otros clientes practican el ‘juramento hipocrático’ de nosotros los periodistas, van directamente a la fuente, y se pegan el viaje a las centrales de abastos; otros van con su canasto a la plaza del 7 de agosto o al mercado que se instala todos los viernes en el parque, al frente del edificio.

Para los que no tienen tiempo existe Temerco, un servicio de personal shopper personalizado que lleva el mercado hasta la cocina y a la hora requerida, y Rappi, la aplicación que en menos de una hora, lleva no solo el mercado sino cualquier producto.

Finalmente están los proveedores orgánicos de fruver como Jero El Granjero, Noi orgánicos, Green Market y Patay orgánico, entre otros. Son emprendimientos sostenibles que apoyan al agricultor y enaltecen el producto local. Casi todos funcionan de la misma manera: ofrecen un listado de productos en cosecha, el cliente escoge la cantidad y el domingo llegan a la casa desde las huertas cercanas a la Sabana de Bogotá.

No se alarmen, no rechacen los tomates y las cebollas por ser de un tamaño “inferior” o por ser disparejos. Su naturalidad radica en su imperfección.